20 Jul Garbeo por La Somoza Tradición
Nos vemos dando un garbeo por La Somoza Tradición y os diré cómo… La perfecta ubicación de mi centro de operaciones (mi casa), entre dos provincias y a escasos 30 minutos de la capital de ambas, invita a que de vez en cuando decida darme un garbeo por dominios de más empaque. Es algo que desde niño hice con mi padre. Nos montaba en su flamante 124 negro, sin saber a dónde íbamos, hasta que cerrabamos las puertas de su Seat, empujaba la cassette de Nicola Di Barí para hacer sonar su abrupta voz, y justo en ese momento padre pronunciaba el destino. “hoy vamos a……… y siempre era Zamora o León.
Un benaventano tripolar
Hace unos días colgaba en mi cuenta de twitter (puedes seguirme en @CalvoMarcelino) “hoy reabre un templo”. Y como a los patrones de este blog, se les ha ocurrido la descalabrada idea de dejar escribir a un benaventano tripolar, que llega al 1.65m solo cuando pone firmes los pelos con gomina barata; de 46 castañas, borracho disfrazado de catador y de muy dudosa reputación, pues dije ¡ya se lo primero que voy a contar! y aquí estoy……
No hace mucho tiempo y aprovechando que no me tocaba trabajar de noche en mi querido Ermitaño, Caridad (la deliciosa mirada que cambió mi vida) y el que escribe, pusimos rumbo hacia la vecina y coqueta ciudad de León, con la intención de pasar una gran tarde noche. Pero también comprobar qué se cuece en el centro de sus calles en plena época estival.
La verdad es que era uno de esos días nublados de nacimiento, que alimentan el tema principal en las conversaciones de ascensor y que son días perfectos para los sufridores del calor, que reciben, por buen karma, una tregua en forma de regalo.
León estaba precioso, como siempre, calles y terrazas repletas de buena gente y con ganas de gastar, matiz éste muy importante.
Varios vinos por el generoso Barrio Húmedo y a las veintidós horas cumplir con nuestra reserva en casa de unos amigos. Es importante cumplir con las reservas en los restaurantes. Es indigno llegar tarde, o lo que es peor no llegar y engordar la desgraciada lista de “no-show” que sufre la hostelería patria y que tanto daño provoca.
La Somoza Tradición
Lo dicho, con una rigurosa puntualidad nos dimos un garbeo por “La Somoza tradición” lugar, fácil de encontrar, en pleno barrio húmedo. Para más información, ocupa el edificio que durante muchas añadas albergó un templo de la creatividad y la buena cocina de este país. <Vivaldi>, donde Carlos Domínguez Cidón hilaba recetas con tanta técnica como ingenio, al tiempo que daba valor a tanto y tan bueno que tiene la provincia de León. Vivaldi, además, fue un generador de destacados profesionales, que hoy brillan por lo largo y ancho de la hostelería de nivel.
Curiosamente el tiempo hizo que dos maravillosas personas que trabajaron muy duro, y me consta que lo dieron todo, en este paraíso gastro, hoy sean dos de mis grandes y admirados amigos: Noe Domínguez (hijo de Carlos) persona absolutamente mágica y compañero “de sangre”. Es de ese tipo de personas en la que puedes confiar tus penas y celebrar tus alegrías (no todo el mundo vale para ambas cosas), un trastornado necesario en este mundo, con una capacidad creativa brutal y además es de los pocos cocineros que les gusta el vino de verdad.
Y Monchi, tan gran profesional como persona, generoso, empático y buena gente. No olvidaré el día que le conocí, en una cata-cena, organizada por los protagonistas principales de este post, compuesta por un majestuoso cocido de innumerables vuelcos y una destacada batería de vinos de El Marco de Jerez. ¡inolvidable!
¡no te disperses, Marcelino!…..
El Alma de La Somoza
La Somoza está pilotado por María José y Fito (y un equipo extraordinario) que navega entre el bullicio de un barrio popular con demasiada oferta gastronómica, en algunos casos sin alma. Esta pareja de valientes y currantes, se arrimaron, hace algún tiempo, al centro de León, después de medio siglo en la Avenida de Madrid, para manejar y ofrecer sin complejos una cocina muy pensada y meditada, y nada, absolutamente nada, se deja al azar. Recetas puramente tradicionales, que sin duda son patrimonio casi en vías de desaparición, muy trabajadas tanto en la mente como en el fuego, y dando como resultado platos q son testigo de lo oído a guisaderas octogenarias.
Estos perfectos anfitriones, se ocupan y preocupan de que estas recetas no mueran en el olvido. Y para ello invierten el poco tiempo libre que les deja sus quehaceres hosteleros, para viajar, visitar y escuchar a las madres y abuelas de otros, que durante años han guisado “a ojo” y cuyo libro de recetas está solamente impreso en su memoria. Una memoria generosa, que parece estar esperando a que llegue esta pareja, para poderles contar…..
Un local, La Somoza Tradición, que te conquista nada más llegar gracias a: el aroma de buen comer. El revoloteo de muchas botellas de vino, mostrando que detrás hay alguien importante al mando de la bodega; una decoración atractiva donde el pasado está finamente enmarcado; luz mucha luz y 4 alturas en las que sucede algo importante en cada una de ellas.
Por qué ir a La Somoza Tradición
Que cenamos divinamente es un hecho y cuando nos fuimos amenazamos con volver, que es lo que se debe de hacer.
No es mi intención hacer una crítica, entre otras cosas porque creo que está muy desgastado lo de describir y enjuiciar platos y/o restaurantes por parte de aficionados, en portales y demás soportes, donde está totalmente abierta la opinión, como puerto de montaña en agosto, hayas estado o no. La crítica es cosa seria y para ello ya existen excelentes profesionales (@salsadechiles, @GASTROactitud, etc). Yo lo único que puedo decirte es que vayas a “La Somoza tradición” y disfrutes.
Mi garbeo por La Somoza
Cuando vayas, y si tienes un poco de suerte, y Maria José tiempo, ella te “desgranará” cada receta con sus palabras a pie de mesa, mostrando sus intenciones en cada una de ellas, con el brillo en los ojos de quien disfruta de lo que hace.
Antes de dar el cierre a este post, debo y quiero destacar el servicio. Que si conoces a Fito poco te tendré que contar, pero si no le conoces, decirte que es la maestría en persona de un oficio, que como decía el sr Manuel Marcelino “parece muy fácil, pero es muy difícil”. El mimo por el detalle, las formas, la elegancia, la discreción, el manejo de los tiempos, la empatía, el saber protocolario perfectamente transmitido en cada movimiento o gesto…. El ejemplo más puro del buen servicio.
De todos modos, habrás notado que mi admiración profesional por Fito es inmensa y viene de largo. Para mí, y para muchos, es un referente de la hostelería y la sumillería. Persona impecable que ha sido capaz de devolverme la fe en las asociaciones de sumilleres y demostrarme la importancia de la unión.
Un detalle: en esta casa se planchan los manteles, una vez más, en mesa. Esto no solo ocurre en los restaurante de 3 estrellas Michelin, ocurre en las salas donde hay un profesional de libro. Este fue mi garbeo por La Somoza tradición.
¡volveré, ahora vete tú!
Marcevino